La OTAN ha lanzado un mensaje claro al presidente Pedro Sánchez: España debe incrementar su inversión en Defensa de forma urgente. Este lunes, el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte, se reunió con Sánchez en el Palacio de La Moncloa, donde expresó su preocupación por la baja inversión española en comparación con el resto de los aliados. Según proyecciones de la OTAN, España es el país que menos invirtió en Defensa en 2024, con tan solo un 1,29 % del PIB, lejos del mínimo del 2 % acordado en 2014.
De los 31 países miembros de la OTAN, excluyendo a Islandia que no cuenta con ejército, 23 ya han alcanzado el objetivo del 2 %, mientras que otros están cerca de cumplirlo. España sigue rezagada en un momento en que la Alianza Atlántica debate elevar el porcentaje de inversión al 3 % para 2030. En este contexto, resulta especialmente significativo que algunos países como Polonia, Estonia y Estados Unidos ya hayan superado ese umbral en 2024, mientras que España no planea cumplir siquiera con el 2 % hasta 2030, según lo anunciado por el Gobierno en la cumbre de la OTAN en Madrid.
Mark Rutte subrayó en redes sociales la necesidad de que España aumente de forma urgente su compromiso con la defensa colectiva, especialmente en un momento clave para el apoyo a Ucrania frente a Rusia. Este tirón de orejas llega en un contexto delicado para el Ejecutivo español, que intenta defenderse argumentando que su presupuesto militar ha crecido un 70 % en la última década. Sin embargo, estas cifras no logran convencer a la OTAN, que busca compromisos claros y no vaguedades.
Mientras tanto, el Gobierno español ha ofrecido datos contradictorios sobre su posición dentro de la Alianza. La ministra portavoz, Pilar Alegría, aseguró que España ocupa el octavo lugar en inversión absoluta, mientras que la ministra de Defensa, Margarita Robles, afirmó que es el décimo. Incluso el propio Pedro Sánchez dio cifras inconsistentes, lo que refleja la falta de coordinación interna en el Ejecutivo.
España predica en el desierto intentando que la OTAN valore otros factores como su participación en misiones internacionales o su inversión en grandes programas de armamento, que alcanza un 30,3 %, superando el mínimo del 20 % exigido por la Alianza. Sin embargo, estos argumentos parecen insuficientes para una organización que considera la inversión directa como el principal indicador del compromiso de sus miembros.
El presidente Sánchez enfrenta no solo la presión internacional para cumplir con sus compromisos, sino también el descrédito de un gobierno que no logra priorizar la seguridad nacional en su agenda. La defensa de un país no puede esperar a cumplir objetivos a largo plazo mientras otros aliados ya están alcanzando metas más ambiciosas. La falta de acción coloca a España en una posición comprometida dentro de la OTAN y pone en riesgo su credibilidad como aliado confiable.