Pedro Sánchez no gobierna España, pero sí su partido con puño de hierro. A pesar de estar atrapado en una fragilidad parlamentaria sin precedentes, con 121 diputados y en manos de Puigdemont, el presidente sigue avanzando en su toma total del poder dentro del PSOE, eliminando cualquier disidencia y blindando su liderazgo interno.
Lo que ni Felipe González ni Zapatero lograron con mayorías absolutas, Sánchez lo ha conseguido con un partido cada vez más sumiso. No hay barones críticos, no hay primarias reales, no hay debate interno. Solo obediencia.
Limpieza interna: el PSOE deja de ser un partido y se convierte en un instrumento de Sánchez
El control del PSOE se ha impuesto sin oposición real. En las federaciones más importantes, Sánchez ha purgado cualquier atisbo de disidencia y ha colocado a fieles sin resistencia:
✅ Andalucía: María Jesús Montero será la nueva secretaria general tras eliminar a su único rival. Para ello, se modificaron las reglas internas, elevando los avales del 4% al 12%, bloqueando así cualquier alternativa.
✅ Aragón: La ministra Pilar Alegría ha tomado el control tras la retirada del candidato de Javier Lambán. Villagrasa, el delfín de Lambán, se ha «retirado» en el último momento, dejando vía libre a Alegría. Otro barón eliminado, otro territorio en manos de Sánchez.
✅ Madrid: Juan Lobato ha sido desplazado en una salida «traumática» según el PSOE madrileño, dejando el liderazgo en manos de Óscar López, mano derecha de Sánchez. Su número dos será Pilar Sánchez Acera, bajo la sombra de una posible imputación por la filtración de datos de la pareja de Ayuso.
✅ Comunidad Valenciana: Diana Morant será impuesta como líder autonómica sin primarias, aunque enfrentará cierta resistencia en Alicante y Valencia.
Eliminando a los barones críticos: el último bastión de resistencia es Page
La estrategia de Sánchez es clara: aniquilar cualquier voz disidente dentro del PSOE.
Con Javier Lambán fuera del tablero, los únicos focos de posible oposición interna se reducen. Solo Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha mantiene un discurso propio y ha mostrado desacuerdo con la deriva del PSOE bajo Sánchez. ¿Cuánto tardará en caer?
La clave de esta purga es asegurarse de que ningún líder autonómico pueda desafiarle o ponerle en apuros cuando el Gobierno se tambalee, que es exactamente lo que está ocurriendo.
¿Un partido o una secta? No hay primarias, no hay democracia interna
Las primarias en el PSOE han dejado de existir. La renovación interna no es más que una imposición desde Moncloa, donde los rivales son eliminados antes de competir, los estatutos se modifican según convenga y la militancia solo está para aplaudir.
La gran paradoja es que Sánchez presume de regeneración democrática, mientras convierte su partido en un cascarón vacío, sin pluralidad y sin capacidad de debate interno.
Mientras tanto, en el Congreso, su debilidad es absoluta. Necesita a Puigdemont para gobernar, no puede aprobar leyes sin negociar cada coma y se ve obligado a alterar incluso la agenda del Consejo de Ministros para contentar a sus socios.
Un líder frágil con un partido sometido
Pedro Sánchez ha construido un PSOE sin fisuras, sin debates y sin voces discordantes, pero su poder es una ilusión. Su control interno no es sinónimo de estabilidad: fuera del partido, su Gobierno es débil, su futuro depende de Puigdemont y su capacidad de maniobra es mínima.
Ha convertido al PSOE en su refugio, pero fuera de él, su liderazgo pende de un hilo.